"Por los niños, a la conquista de los hombres" decía San Enrique de Ossó, fundador de la orden de Teresianas, inspirada en la gran Santa Teresa de Jesús, o Teresa de Ávila. La formación teresiana me ha marcado toda la vida, junto con la piedad de mi madre. Una vocación de enseñanza, de empezar por los más pequeños, que son el futuro de la Iglesia.
Esto se cristalizó cuando fuimos padres, y tuvimos la necesidad de iniciar a nuestra hija en la fe (cierto, así como se enseña a hablar y a comer, se debe enseñar la fe).
En México asistíamos de pequeños a la misa de niños de la Parroquia de la Divina Providencia, en la que los franciscanos también se comprometían con esta labor didáctica infantil. Había proyecciones, canciones animadas al estilo mexicano, y el sacerdote hacía preguntas a los niños durante la homilía (todos nos sentábamos en la escalera).
Nuestra hija nació en Chile, vivió su primer año en Perú y después dos años en Colombia. A pesar de ser una sola Iglesia, es increíble como la idiosincrasia de cada país define la manera en la que vive su fe y la doctrina.
Fue en Colombia donde el Padre Guillermo Alirio acogió la propuesta de una misa para niños, con mucho entusiasmo, pero todos sabemos que en las tareas de Dios no participan muchos, así que con equipo reducido de un fraile, una jovencita entusiasta, una madre emprendedora y una niña pequeña, empezamos el sueño... (si, desde pequeña Amalia es nuestra mano derecha...)
Con inexperiencia, pero mucha alegría, nos lanzamos en la sacristía, leyendo el evangelio a los niños y haciendo manualidades relacionadas con ello.
Después volvimos a vivir a Chile, la tierra de mi esposo, donde uno encuentra personas de una profunda fe, pero en general la Iglesia Católica ha perdido terreno (por muchos factores que no analizaremos en este momento).
Fue difícil encontrar quién nos escuchara, hasta que el Padre Erwin Prieto y la Sra. Verónica Ciudad, ambos de la Parroquia de Santa María de los Ángeles de Viña del Mar, decidieron confiar en nosotros para darle un puntapié inicial a las misas dominicales con actividades para niños.
La idea es generar una comunidad de ayuda, donde los padres, la parroquia, los catequistas, y sobre todo los niños, trabajen en conjunto para entender la base de la religión católica: el amor a Dios y al prójimo. Y, en el camino, se familiaricen con los pasajes, los personajes y los lugares bíblicos, de una manera práctica, en que puedan aplicarlo a su vida y transformarla, igual que en su entorno.
Una derrama de amor, esa es la idea principal. Una Iglesia sembrada en el corazón de los más pequeños, para que ellos ayuden a construir un mundo mejor. Si todos sentimos el amor de Cristo y lo hacemos sentir, seremos más felices.
Nosotros sólo somos una herramienta, sólo estamos cumpliendo la misión evangelizadora a la que estamos llamados todos los laicos.
Ojalá encuentren información y actividades de utilidad y compartan sus experiencias y sus comentarios con nosotros, para ayudarnos en la construcción de una sociedad más feliz, más justa y más solidaria, según las enseñanzas de Jesús.
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